miércoles, 4 de junio de 2008

LEGADO

Erik Satie, músico raro, humilde -capaz de volver a tomar clases de composición en su madurez, al parecerle que no dominaba correctamente el contrapunto- y solitario a pesar de su contacto con jóvenes músicos, fue siempre muy pobre. Sobrevivía gracias a su trabajo como pianista de variedades, mientras componía sin beneficio alguno, escribía textos extravagantes y realizaba proyectos ideales de castillos de metal que ofrecí-oferta imposible de realizar- en alquiler a través de anuncios por palabras en los periódicos.

Del artículo Erik Satie (epílogo) de la Wikipedia, transcribo un listado de lo que se encontró en la habitación de las afueras de París donde residía.



"Hasta el año de su muerte en 1925, absolutamente nadie excepto él entró a su habitación en Arcueil desde que se mudó hacía veintisiete años. Lo que sus amigos descubrieron ahí, después de su entierro en el cementerio de Arcueil, tenía el encanto de la tumba de Tutankamon; además del polvo y las telarañas (lo cual entre otras cosas hizo claro que Satie jamás compuso usando su piano), descubrieron numerosos objetos:

  • una colección de unos cien paraguas, algunos aparentemente jamás usados;

  • el retrato que le hizo su amiga Suzanne Valadon en 1893;

  • cartas de amor y dibujos de la época de Valadon;

  • otras cartas de todos los períodos de su vida;

  • su colección de dibujos de edificios medievales (hasta entonces sus amigos empezaron a ver la relación entre Satie y ciertos anuncios de periódico anónimos acerca de “castillos en plomo” y cosas parecidas);

  • otros dibujos y textos de valor autobiográfico;

  • otras cosas memorables de todos los periodos de su vida, entre ellos siete trajes de terciopelo del periodo del “caballero de terciopelo”.

Pero lo más importante, había composiciones de las cuales nadie había oído hablar (o que se creían perdidas) por todos lados: atrás del piano, en las bolsas de los trajes de terciopelo, etc. Estas incluían las Vexations, Geneviève de Brabant, y otros no publicados o no terminados, como “el pez soñador”, muchos ejercicios de la Schola Cantorum, un conjunto no conocido de las piezas “caninas”, algunos otros trabajos para piano, muchas veces sin título (las cuales fueron publicadas como Nuevas Gnossiennes], Pièces Froides, Enfantines, Música de amueblamiento, etc.)."