Caballo en Folgueiras d'Aigas, Navia de Suarna. Foto: José Espona.
(De
‘Il Novellino’, anónimo florentino del s XIII)
D'UNA
CAMPANA, CHE SI ORDINÒ AL TEMPO DEL RE GIOVANNI.
Al
tempo di re Giovanni d'Acri, fue ordinata una campana che, chiunque
ricevea
un gran torto, sì l'andava a sonare; e 'l Re ragunava i savi, a ciò
ordinati,
acciò che ragione fosse fatta.
Avvenne
che la campana era Molto tempo durata, che la fune era venuta meno,
sicché una vitalba v'era legata.
Or
avvenne, che uno cavaliere d'Acri avea uno suo nobile destriere, lo
quale
era
invecchiato sì, che sua bontà era tutta venuto meno. Sicché, per
non darli
mangiare,
il lasciava andar per la terra.
Lo
cavallo, per la fame, aggiunsecon la bocca a questa vitalba, per
rodegarla. Tirando, la campana sonò. Ligiudici si adunaro e videro
la petizione del cavallo, che parea che domandasse ragione.
Giudicaro
che 'l cavaliere, cui elli avea servito da giovane, il
pascesse
da vecchio. Il Re lo costrinse e comandò, sotto gran pena.
En
tiempos del Rey Juan de Acre se ordenó la colocación de una campana
para que si alguien sufría una injusticia grave, la tocase; y el Rey
reunía a los sabios según estaba ordenado a fin de que se hiciese
juicio.
Pasado
mucho tiempo tras la colocación de la campana, la cuerda se fue
deteriorando y una hiedra fue trepando por ella.
Ocurrió
que un caballero de Acre tenía un noble corcel, que había
envejecido hasta el punto de perder sus cualidades. Aquel, por no
darle de comer, lo dejaba suelto por las inmediaciones.
El
caballo, por hambre, acercó la boca a aquella hiedra para
ramonearla. Al tirar, sonó la campana. Los jueces se reunieron y
vieron la demanda del caballo, el cual parecía que pedía justicia.
Juzgaron
que el caballero a quien había servido de joven, lo alimentase de
viejo. El Rey lo confirmó y ordenó, bajo pena de grave sanción.
¿Y a qué jueces podría hoy apelar un caballo para empapelar a esos nuevos ricos españoles que en los tiempos dorados del ladrillo (oh, era purpurina) compraron caballos a mansalva por pura ostentación y ahora, desinflados y sin ganas de gastar en cuadras envían a millares -sí, sí: a millares- de aquellos caballos a los mataderos?