viernes, 27 de noviembre de 2009

RETRATO DEL ARTISTA ADOLESCENTE



"Nueve meses en el vientre de mi madre, han bastado para hacer de mí un anciano"

¡Que frase de adolescente! Søren Kierkegaard quiso, quizá, aludir con ello a la perspectiva desilusionada -esto es: no ilusa- de la vejez, o ,como diría un filósofo chino, que "La sabiduría precisa de la vejez". Aunque, aún más pesimistamente todavía que desde la gélida visión nórdica, habría que reconocer que se puede, sin embargo, ser imbécil a cualquier edad.

Pero, de todos modos, esta clase de frases tremendas son típicas de la adolescencia, cuando se adolece de algo y parece que el mundo y uno mismo están por completar. Es más: cuando uno cree que lleva dentro de sí la pieza que falta para completar el rompecabezas. Ah!...os acordáis de cuando teníamos ilusiones, camaradas del asilo?

Què tragicómica es esa postura de artista, en la que uno quiere verse a sí mismo desde fuera, marcado con una señal de nacimiento que parece al mismo tiempo una condena y una distinción, una cruz de martirio desde la que algún día se ascenderá a la gloria.

Es por esa fe en el propio destino que los artistas son vistos, y se quieren ver a sí mismos, como criaturas que permanecen con una ilusión infantil, original e ingenua a pesar del paso de los años.Y en eso hay algo de verdad y mucho de parodia.

Lo dicho, que se puede ser tonto a cualquier edad.

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