domingo, 30 de noviembre de 2008

MACHOS Y HEMBRAS


CON CRUCES; óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm
Fotorafiado por Jorge Barreiro




El pinto es un pez de roca. Con la piel salpicada de manchitas rojas. La maragota es pardo verdosa, con manchas listadas más oscuras. En realidad son el mismo pez, con morfología de macho o de hembra. Aún más: el mismo ejemplar muta de macho a hembra -y de aspecto- según las condiciones ambientales.

Esto se ha podido observar en peces de acuario. En un grupo hay un macho territorial y varias hembras. Si se retira el macho del acuario, tras un período de indecisión en el que la hembras respetan el espacio vacío, una de ellas lo ocupa y comienza a adoptar aspecto de macho: levanta la aleta dorsal, va cambiando el tono de su piel.

Cuando otra hembra intenta acercarse al espacio que domina, se produce un enfrentamiento. El cuasi-macho acentúa entonces su progresión hacia la forma externa, cambiando totalmente su color y su conducta. En breve tiempo es ya capaz de producir esperma y es biológicamente un macho completo.

Los bonobos son simios africanos cuyos miembros dominantes son las hembras. Los conflictos se resuelven en sus comunidades mediante contactos sexuales extremadamente frecuentes -decenas al día- y no sólo entre macho y hembra, sino entre ejemplares del mismo sexo, machos o hembras, y en general, no existen enfrentamientos físicos violentos dentro del grupo.

La sociedad de las hienas presenta también dominancia por parte de las hembras; pero esta superioridad se ejercita de forma agresiva, siendo el comportamiento del conjunto de las hembras similar al habitualmente descrito para los machos de otras especies.

Los embriones hembra estan expuestos en el útero materno a una alta concentración de testosterona y ya desde el principio manifiestan una conducta dominante y agresiva. Las hienas hembra adultas presentan, incluso, un falso pene que es en realidad un clítoris desarrollado hasta confundirse, tanto en forma como en tamaño, con el órgano genital de los cánidos machos.

Es ya habitual tener que soportar en la divulgación científica informaciones cargadas de ideología y de moralina “políticamente correcta” aplicadas a la conducta animal, como si se pudiese trasladar la mentalidad de “género” a espacios ajenos al ser humano. Y eso que, dentro de nuestro propio contexto, esos conceptos -tengan la orientación que tengan- están cargados de tópicos y de parcialidad. Parece que en vez de librarnos de tales prejuicios, se los endosamos también a los pobres bichos. ¡Qué culpa tendrán ellos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

que se note que has leido "El simio y el aprendiz de sushi" y que has sufrido con un documental hembrista de osos polares y focas humanizados hasta el absurdo!

"ella sabe lo que quiere, no se conformará con el primer macho que aparezca" "¡no como otras focas que conoce!"