lunes, 18 de julio de 2011

RILKE EN EL PESCADERO.

                                  "BUXO" Talla en madera de boj. Tres piezas. Largo total, 62 cm.

   En 1907, Rilke, de viaje en Italia, escribe a un amigo: "¡Qué de cosas hemos visto en Nápoles!". Pero, seguidamente comprobamos que lo que le ha impresionado no son los museos, ni los palacios o catedrales, ni siquiera las ruinas de la cercana Pompeya.

   "Una mesa con pescados, algo formidable, tan formidable que tengo que hablarle a usted de ella con mayor detalle: precisamente a usted. Pero en realidad eso quiero hacerlo, no basta con contarlo".

   (Leído en Antonio Pau, Introducción a "Poemas en prosa - Dedicatorias", R.M. Rilke, Linteo Poesía, Ourense 2009.)

   Esa es la mirada del poeta, una mirada original -de origen- una visión directa de lo material, una mirada capaz de desprenderse de la cultura, del arte, una mirada desnuda.

Dejo aquí un fragmento:

   "(...)Pero ahora están arrancados de los largos filamentosde sus miradas, tendidos, sin que por ello sea posible penetrar en ellos. La pupila como recubierta de un tejido negro, bordeada por una cenefa que es como un oro fino en láminas. Con un sobresalto parecido al que se siente cuando al morder se nota algo duro, se descubre la impenetrabilidad de esos ojos y se tiene la sensación, al mirar a la mesa, que se está ante puro metal o piedra.

   Tudo lo curvo resulta duro a la vista y el amasijo de peces relucientes y con forma de punzón parece un montón de herramientas con los que otros, que tienen apariencia de piedra, han sido pulidos(...)"


   (...)"Nun aber sind sie ausgelöst aus den langen Strähnen ihres Schauens, flach hingelegt, ohne dass es deshalb möglich wäre, in sie einzudringen. Die Pupille wie mit schwarzem Stoff bezogen, der Umkreis um sie aufgelegt, wie dünnnstes Blattgold. Mit einem Schrecken, ähnlich dem, den man beim Beissen auf etwas Hartes erfährt, entdeckt man die Undurchdringlichkeit dieser Augen-, und plötzlich meint man, von lauter Stein und Metall zu stehen, wie man über (den) Tisch hinsieht.

   Alles Gebogeneist hart anzusehen, und der Haufen stahlglänzender, pfriemenförmiger Fische liegt kalt und schwer wie ein Haufen Werkzeuge da, mit denen andere, die das Aussehn von Steinen haben, geschliffen worden sind."(...)