jueves, 7 de febrero de 2008

LOS PANADEROS

Renegrida tahona sin ventanas de paredes ahumadas como caja de hollín
el panadero y la panadera van vestidos de gris, enharinados bajo la luz sin alma
parecen dos lechuzas que se balancean, trajinando en los cestos de tiras de castaño.
Hablan bajo en su lengua, con el terco sarcasmo de la gente paisana.

La negrura del fondo es preofunda, suntuosa; en medio de la sala hay una mesa
donde reposan densas grandes bollas de masa del color del marfil, sin cocer todavía.
Esparcida, la harina, por contraste es tan blanca que al mirarla deslumbra.
La belleza perfecta se construye a sí misma: espera, sola y sabia, a tu conciencia.

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