domingo, 9 de mayo de 2010

ÍBAMOS EL DUQUE Y YO POR LA CIUDAD DE ZURICH...



Alguien me ha hecho ver la imprudencia profesional de hacer público mi derrotismo en la entrada sobre mi "viaje a ninguna parte" (Que sí me ha servido, indirectamente, para lo mío, aclaro).

En relación con eso, y sobre la cargante manía de los artistas y similares de presentarse como triunfadores o en trance de conseguirlo, viene al pelo una de las descarnadas "Máximas" del ingenioso y más bien amargo Duque de La Rochefoulcaud que, precisamente, leí durante el viaje (Ed. Montaner y Simón, 1956, traducción y comentarios de Rosa L. de Naveira) aunque bien se ve que no le he hecho mucho caso. Esta es:

LVI.- Para situarse en el mundo, se hace lo que se puede para parecer ya situado.

Payasos del marketing, seguid su cinismo!

Aunque al mismo Duque -y Príncipe de Marsillac- no parece que le haya funcionado gran cosa la receta, si damos crédito a este Retrato del Duque de La Rochefoulcaud, escrito por e Cardenal de Retz:

Hubo siempre algo extraño en el Duque de La Rochefoulcaud. Desde su infancia quiso mezclarse en intrigas a una edad en que no le preocupaban los pequeños intereses, que nunca fueron su debilidad, ni había conocido los mayores que, por otra parte, jamás supo apreciar en su vida. No fué capaz de llevar a cabo un sólo negocio, y no me lo explico, porque poseía cualidades que, en cualquier otro, habrían suplido las que le faltaban...Su visión no era suficientemente amplia y ni siquiera podía percibir en conjunto lo que estaba a su alcance; pero su sentido común, excelentemente especulativo, unido a su dulzura, su capacidad insinuativa y su admirable facilidad de adaptación a las costumbres, deberían de haber compensado con creces la carencia de agudeza. Padeció siempre una falta de decisión que tampoco sé a qué atribuir. No puede achacarse a su imaginación, que no pasa de vivaz, ni tampoco a la estrechez de su juicio, porque aun no siendo excepcional, no deja de ser razonable en el fondo.

En fin, decir esto del autor de una obra que se habría de reeditar continuadamente desde el siglo XVII hasta hoy, no deja de ser sorprendente.¿Falta de agudeza?: "Todo el mundo se queja de su memoria, nadie de su inteligencia"...¡Hombre!

3 comentarios:

Txomin Goitibera dijo...

Para situarse en el mundo, se hace lo que se puede para parecer ya situado.

Pero esa es la esencia, esa es la filosofía. Estamos tan acostumbrados a convivir con el disfraz que ya ni nos damos cuenta... salvo cuando alguie se queda con el culo al aire como Madoff o Díaz Ferrán.

Carmen dijo...

También Baltasar Gracián, otro al que leemos menos de lo que deberíamos, ay, como a La Rochefoucauld, decía que "valer y saberlo mostrar es valer dos veces, porque lo que no se ve es como si no se fuese" (cito de memoria). Está claro que los que pensamos que son los otros quienes han de molestarse en valorar vamos listos. ¡Qué poco ha cambiado el mundo en más de tres siglos!

La piedra imán dijo...

El mundo cambia poco...se va poniendo trajecitos y sombreros, una careta, una nariz postiza...pero debajo hay lo que hubo. Y el proceso de descubrirlo y ya ni asombrarse ha sido el mismo en los individuos de todo tiempo, también. Serenidad, hermanos, qué otra cosa queda...