sábado, 8 de mayo de 2010

LÚBRICO.



Tu babosa y la mía se encuentran en el bosque
se ovillan resbalando en sus fluidos viscosos
un abrazo que enreda filamentos de almíbar
bajo los altos pinos resinosos, oscuros

Tu babosa y la mía a ciegas, por el tacto
reconocen temblando los pliegues que se entreabren
y así con la humedad de sus lágrimas dulces
lentamente se envuelven en su madeja de ansia.

Entre láminas de agua devoramos los bordes
narcóticos del hongo,
terciopelos de musgo y hojas tiernas
soñándolo quizá y adormeciéndonos.

Tu babosa y la mía al borde del sendero
dejan huellas de plata relumbrando en la niebla
La capa gris del cielo imagina colores
en donde balbucea un sol de gelatina.

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