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Esta tarde me quedé atónito a mirar por la ventana y ver, en el tronco del peral viejo que hay en el jardín de casa, una escena de caza felina bastante sorprendente: un gato acosando a una ardilla.
Un baile nervioso, con largas pausas temblorosas erizadas de esquivas mínimas y amagos de ataque, seguidas de persecuciones y cambios de posición en las que entraban en juego los reflejos electrizados, la agilidad más veloz y una astucia posicional tan refinada que me costó mi tiempo comprenderla. ¡Que emocionante! ¡y en casita, como a mí me gusta!
Epílogo: En medio de una de esas pausas dramáticas, no aguanté más y tomé partido: agarré el tirachinas y expulsé al gatito a garbanzazos. Qué pasa!...uno no es de piedra¡
4 comentarios:
Qué escena, sin palabras, me quedo sin palabras. Buenas vistas.
Menos mal que tenía una cámara a mano, si no ¿quien iba a creerme?
Yo tego dudas de que la consiguiese cazar, pero seguramente tb la hubiese defendido...
En el fondo yo también tenía ganas de cazar!
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