viernes, 28 de mayo de 2010

EL PRECIO DEL PROGRESO


Ahora que hay crisis todos pensamos en el negro futuro. Aceptamos que su precio es someternos a la disciplina de la modestia y del ahorro, como aquellas abuelas que ovillaban cuidadosamente el cordón de los paquetes para usarlos en otra ocasión.

Pero, rencoroso como soy a mí se me da por pensar en el pasado. Ese pasado que poseía in ovo un futuro esplendoroso, de crecimiento y progreso, que no era solamente deseable, sino inexorable. Ante su potencia nos sometíamos a los festejos del despilfarro y la megalomanía.

Y me acuerdo, con gran cabreo, sobre todo, de aquella pareja de viejecitos -una de tantas- a quienes los planes del sector de la destrucción -ahora en crisis, gracias a Dios- arrojaban por la fuerza, a cambio de una indemnización ridícula, de su casa, en donde habían vivido sin meterse con nadie durante cincuenta años, para que una constructora privada levantara sin estorbos unas decenas de chalets cuya utilidad básica era la de servir de pivote a un negocio hipotecario cada vez más inflamado. En la residencia estarían mejor, los pobres viejecitos. Es el precio del progreso, del bien común.

El bien común: maridaje de la corrupción política y la barbarie del negociante. A los viejos se les largó de su casa, la burbuja hipotecaria se hundió con nuestra economía, las viviendas construídas están vacías y embargadas... Bueno, ¿Y ahora qué...¿derribamos los chalets que construyeron la actual catástrofe y devolvemos a los vejetes a una casa similar a la que les quitaron?...No, no, ya no se puede, la vuelta atrás es imposible; el progreso, amigos, no se detiene nunca. Y aquí no paga nadie. Bueno, si, claro los vejetes y las gentes del común. Como siempre, los habitantes del futuro.

6 comentarios:

Txomin Goitibera dijo...

Y además los mismos que provocaron esta crisis, nos abroncan y se postulan para supuestamente sacarnos de ella aplicando sus propias recetas.

Resolver los desaguisados que ha producido el capitalismo con más capitalismo. Algo así como mandar a un pirómano a apagar un incendio.

Fantástica entrada. Enhorabuena.

La piedra imán dijo...

Bueno, el cabreo me ha perjudicado el estilo, pero, joder, es que a esa gente la mataron: habrán muerto en ese asilo donde los viejos "están mejor que en casa"...¡mierda!,,,"o paxaro vello non quer gaiola nova" -el pájaro viejo no quiere jaula nueva- que dicen en la aldea. Y gracias, Txomin.

Soy dijo...

Los ancianos murcianos Pedro y Violante, y a los que mencionó bernár hace ya algún tiempo, no me los he quitado de la cabeza en todo este tiempo. Al final Violante, la más reacia a cambiar su modo de vida de siempre, murió a los tres meses de ser recogida en casa de una hija. Muy penoso, estos años han sido muy penosos para mucha gente

La piedra imán dijo...

Con nombres propios, aún duele más el ser consciente de haber dejado hacer lo que se hizo. Y se hizo para lo que ahora tenemos: ruina y urbanizaciones vacías.

Carmen dijo...

Como Soy, al leer la entrada me he acordado inmediatamente de Pedro y Violante. Vivían cerca de mi casa. Y efectivamente, ahora ya todo ese gran pedazo de huerta (el paisaje huertano de Murcia es (era) muy peculiar: naranjos, limoneros, algún granado, membrilleros y hortalizas; todo ello salpicado de casitas humildes con su palmera y su higuera a la puerta) no existe. Ha sido allanado y se ha creado una gran avenida que tiene cinco nombres. A los lados, ahora lo que más hay es polvo, pues se arrancaron TODOS los árboles, todicos. Sin perdonar nada a los grandes dueños del capital, creo que José tiene también razón al apuntar la estulticia que nos ha ido ganando de querer tener y tener y consumir y consumir. El saladísimo muchacho que sale de su aburrimiento sin gastar un céntimo y piensa, produce y graba un vídeo desternillante es ya una rara avis. Preguntad a la gente cuántas cosas sabe hacer para divertirse sin gastar dinero, preguntad. El capitalismo no es inocente, pero la gente tampoco. (Huy, vaya rollo, perdón :)

José dijo...

De rollo nada, Carmen. Abrazos dobles.