miércoles, 23 de marzo de 2011

GRANDES ESPERANZAS

                                 EL JUEGO, Óleo sobre lienzo, 55 x 46 cm

 
      Según un pasaje de los Diálogos,Confucio pide un día a los discípulos que se encuentran junto a él que digan libremente qué les gustaría hacer si sus méritos fueran al fin reconocidos  y pudieran poner en práctica todos sus talentos.

      Un primer discípulo responde inmediatamente que, al mando de un modesto principado, incluso si este se encontrare en el más lamentable de los estados, sabría hacerlo próspero y armónico en tres años. Otro, más modesto, se siente capaz de garantizar, en tres años, el bienestar material de los habitantes y deja a los más sabios el cuidado de su elevación moral. El tercero, más prudente aún, se limitaría a desempeñar, en el templo ancestral, el papel de un simple acólito.

       Finalmente llega el turno al tercer discípulo, Dian, quien tañe una última nota en la cítara que había estado tocando en sordina, y deja que el sonido agote su vibración y muera. La respuesta que da es:

       "Hacia el final de la primavera, una vez preparados los atavíos primaverales, con cinco o seis compañeros y seis o siete muchachos, nos bañaríamos en el río Yi, disfrutaríamos del viento sobre las terrazas de las Danzas de la Lluvia y regresaríamos juntos cantando"
 
       Y el Maestro concluyó, con un profundo suspiro:"¡Dian, estoy contigo!
                           
                                        Leído en una cita de "Elogio de lo insípido", de F. Julien, Ed Siruela 1998

3 comentarios:

Patricia dijo...

Y tú, sabio discípulo de Confucio también tendras tu recompensa. El euromillón esta al caer!!!

Tempero dijo...

Leo ese pasaje de Confucio que a su vez tu has leído en ese libro de tan sabroso título. ¿Estar con Dian y escuchar ese sonido de su cítara hasta que el sonido agote su vibración y muera? ¿Qué más pedir?
¿El euromillón?
Yo, de ser Confucio, no hubiera dado un profundo suspiro. Ni siquiera un leve suspiro. En voz queda se lo hubiera dicho a Dian.

La Piedra Imán dijo...

Patricia, vidente, tengamos dinero para olvidarnos de él!

Tempero: Muy certera tu observación sobre el sonido que se apaga. De hecho, es precisamente el tema del capítulo en el que está incluída la anécdota. Este libro y otros del sinólogo François Jullien, son muy, pero que muy interesantes para entender el significado verdadero de lo que llamamos (nosotros) "lo oriental".